Los cinéfilos de Gibara por primera vez en este 10mo Festival tuvieron la oportunidad de premiar las obras de su preferencia y eligieron Los aficionados, de Arturo Dueñas.
“El año pasado no pude participar, pero creo que el Cine Pobre, además de la producción cinematográfica que se muestra, implica toda una tradición que se pierde sin Gibara y nosotros, su gente”, comentó Rolando Meriño Gooding, uno de los cinco integrantes del Jurado de Cinéfilos de Gibara.
Este jurado sesiona por primera vez en esta décima edición. Sus cinco miembros no son especialistas en cine, sino espectadores que desde 2003 se involucraron con la idea de Solás y se alistan para premiar uno de los filmes concursantes en la categoría de ficción: Gilberto Álvarez –director de teatro–, Luis Catalá –pintor–, Arsenio Valdés –escritor– y Alberto Mora –Presidente de la Cátedra del Cine Pobre de la Universidad Municipal de Gibara–.
Cuenta Rolando que los gibareños tienen un inmenso sentido de pertenencia con toda la obra de Solás y especialmente con el Festival: “es tan nuestro como lo fue y será por siempre de Solás, y ahora de Lester Hamlet. Pensar en nosotros, en el público gibareño, en nuestra participación, es la mejor manera de perpetuar la gran idea de un hombre como Humberto, que confió en Gibara y le dio la posibilidad de acoger un festival internacional”.
Así piensan los pobladores de este lugar, quienes ven en este espacio una manera de democratizar el cine, de crear un conocimiento crítico para que la gente pueda entenderlo y disfrutarlo, una manera de retribuir a un pueblo que vive intensamente cada suceso de “su Festival”.
Gracias, cinéfilos gibareños: nos sentimos realmente emocionados, porque una película realizada a miles de kilómetros (con un océano de por medio) haya gustado tanto a los espectadores de Gibara como para otorgarnos su premio. ¿Será porque, en el fondo, todos somos aficionados?